Un hombre ya poco mayor, periodista del diario Ultima Hora (que hasta el día antes de anunciar públicamente su homosexualidad no lo reconocía ni su vecina), tuvo la graan idea de exponer su intimidad en un medio masivo, dijo ser gay y que esa es su verdad. Perdón, su nombre es Adrián Cattivelli.
Jamás escuche sobre este periodista, al menos en ningún medio masivo de comunicación, tal vez porque es un periodista “serio” en tanto que yo pertenezco apenas al ramo de figureti ñembo farandulero del ámbito puteril, bueno, pero ahora ya lo conozco, y saben porque? porque salió del closet para sentirse despojado de esa especie de camisa de fuerza y bozal invisible de frustración emocional sobre lo sexual. Cual es la necesidad de etiquetar públicamente a tu pasión carnal?
En verdad no quise leer su articulo cuando apenas termine de ver su titulo; “Soy gay, esa es mi verdad”. No quise adentrarme en las rarezas existenciales de algunas personas que dicen no ser felices sin algún tipo de consentimiento, o de aprobación colectiva en cuanto a sus preferencias sexuales. Cual es la necesidad?
Ok, para poder opinar sobre la decisión de este señor de esgrimir en un medio de comunicación lo que hace o deja de hacer con su zona intima tuve que leer su, para mi, innecesaria publicación. En la redacción Adrián intenta justificar su decisión como fungiendo de ejemplo para las personas que cojen con los de su mismo sexo a escondidas de todos, para aquellas personas que desean estar con los de su mismo genero pero no se animan, es más, también se lo dedicó a los hombres que se casan y tienen hijos por presión social, también se lo dedicó a los hombres gay que no pudieron sentirse plenos y llegaron a la tumba sin haberse liberado y ni si quiera probaron sentirse poseídos (sexualmente hablando) por un macho.
Nuestras preferencias sexuales no tienen porque ser de dominio público, no encuentro necesidad alguna de esperar que el mundo tuviera que aprobar lo que cada de uno de nosotros quiera hacer con su sexualidad entre cuatro paredes. No encuentro la necesidad de tratar de ser el Teresiano del mundo gay mientras el mismo viene cargado de tremenda frustración por miedo a lo que opine la gente.
Al mundo no tiene porque importarle nuestros gustos sexuales, y mucho menos a nosotros debiera de importarnos lo que el mundo opine sobre lo que nos hace feliz. Uno no es ni mejor ni peor persona al decidir cojer con el sexo opuesto o con los de su mismo género. Si Adrian apenas pudo con su sexualidad porque preocuparse por aquellos pobres marginados sexuales, aquellos pobres hombres que tuvieron que comerse algunas conchas por la presión social, luego se casaron y hasta tuvieron hijos con sus esposas cuando en verdad amaban más al pene que a su propia religión?
Respeto la decisión de Adrian pero me parece innecesaria, lo interpreto mas bien como una forma de hacer algo de ruido. Estando con hombres o con mujeres igual este señor puede hacer un buen trabajo como periodista y tener su derecho a la privacidad como algo netamente licito.
Bien que Adrian podría haber hablado sobre los gustos sexuales diferentes, las complicaciones sociales y por ende emocionales que eso conlleva vivirlo en estos tiempos y buscar la forma de abrir la mentalidad de las personas sin la necesidad de hacer saber a la gente que nunca fuiste feliz porque tuviste que vivir en el closet. Adrian tiene mucha razón cuando habla de que todos estamos conviviendo con homosexuales y lesbianas, cosa que al menos en sociedades “modernas” ya es hasta casi “normal”, este señor quiere que saquemos todo hacia afuera, pero cual es la necesidad?
Yo creo que debemos aceptar a las personas asi con el gusto sexual que tengan mientras no estén causando daño alguno a ningún ser, mientras vivan su sexualidad con responsabilidad y entre 4 paredes. No podemos pretender fomentar la homosexualidad y el lesbianismo como algo “normal” por que NO LO ES.
El prototipo de relacionamiento “apropiado” fue por siempre y deberá seguir siendo la unión entre personas de géneros opuestos hasta que llegue el día en que se puedan inventar maquinas que produzcan seres humanos o injertar úteros a machos y hacer lo propio con las mujeres que no quieran saborear una penetración de pene real.
Esta es mi verdad.
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